El rey cruel
Título original: Erode il grande / Le roi cruel
Año: 1959 (Italia, Francia)
Director: Viktor Tourjanksy [acreditado como Arnaldo Genoino]
Productor: Viktor Tourjanksy
Guionistas: Damiano Damiani, Fernando Cerchio, Viktor Tourjanksy, Federico Zardi sobre un argumento de Damiano Damiani y Tullio Pinnelli
Fotografía: Massimo Dallamano
Música: Carlo Savina
Intérpretes: Edmund Purdom (Herodes), Sylvia Lopez (Miriam), Alberto Lupo (Aaron), Sandra Milo (Sarah), Massimo Girotti (Octavio), Elena Zareschi (Alexandra), Ettore Manni, Corrado Pani, Arnoldo Foà, Renato Baldini, Carlo D’Angelo, Enzo Fiermonte, Enrico Glori, Valeria Gramignani, Renato Montalbano, Diego Pozzetto, Camillo Pilotto, Andrea Giordana, Adolfo Geri, Fedele Gentili, Nino Marchetti, Jean Mollier, Tonino Cervesato, Feodor Schaliapin Jr….
Sinopsis: Herodes el Grande, es el despótico rey de Judea. Amenazado por la posible invasión romana tras la derrota de su aliado Marco Antonio, decide encontrarse con el nuevo Emperador Octavio, para intentar alcanzar un acuerdo que le asegure su trono. Pero en su ausencia, será difundida interesadamente la falsa noticia de su muerte…
Mucho antes de que la epopeya de forzudos fuera una realidad, el cine italiano ya había acudido con suma frecuencia al mundo antiguo para ambientar algunas de sus (más ambiciosas) producciones. Títulos como Cabiria (Cabiria, 1914) de Piero Fosco [Giovanni Pastrone], Escipión, el Africano (Scipione l’Africano, 1937) de Carmine Gallone, Teodora, emperatriz de Bizancio (Teodora, 1954) de Riccardo Freda, o sus diferentes versiones entorno a la vida del más célebre de los esclavos, Espartaco, son buena muestra de ello. Incluso Pietro Francisci, inventor e iniciador del mentado péplum de forzudos con su díptico sobre el mitológico Hércules que lanzara al estrellato al musculoso Steve Reeves, había dirigido con anterioridad dos cintas de ésta índole como La reina de Saba (La regina di Saba, 1952) y Hombre o demonio (Attila, 1954).
Al contrario de lo que sería esperable, la definitiva eclosión del nuevo péplum a finales de los cincuenta no significó el final de este tipo de películas históricas. Mas al contrario, su estallido inicial trajo consigo un cuantitativo incremento en la realización de este tipo de films, en parte motivado por el deseo de ciertos productores de subirse al carro del nuevo éxito, aunque fuera por medio de cintas que poco tenían que ver en la forma (no así en el fondo) con la nueva corriente genérica, en parte como una especie de remedos de las kolossalistas superproducciones llevadas a cabo en aquellas mismas fechas por la industria hollywoodiense.
Un ejemplo de lo expuesto lo encontramos en El rey cruel (Erode il grande / Le roi cruel), película producida en 1959, es decir, en plena resaca del primer Hércules, y dirigida por el veterano realizador de origen ucraniano Viktor Tourjanksy, quien se rodeó para tal fin con parte del equipo con el que había trabajado un par de años antes en La venere di Cheronea / Aphrodite, déesse de l’amour (1957), caso del co-director de aquella, Fernando Cerchio, los guionistas Damiano Damiani y Federico Zardi, o el actor Massimo Girotti.
Como su título original italiano indica, El rey cruel es un ficticio biopic sobre la figura de Herodes I el Grande, rey de Judea entre los años 40 a. C. y 4 a. C., y según el Evangelio de San Mateo, responsable de la Matanza de los inocentes, hecho este que junto a otros elementos sacados del Nuevo Testamento como la Estrella de Belén, son utilizados durante el clímax de la historia, aunque temporalmente condensados. De este modo, y tomando como base ciertos capítulos de su vida real, la película nos ofrece un retrato del personaje protagonista conforme a la imagen de él dada en las Sagradas Escrituras, un ser despótico y colérico fruto de una personalidad insegura, siendo el motor de la narración la tormentosa relación entre éste y su esposa, y las intrigas palaciegas, servidas aquí por partida doble, elemento éste llamado a convertirse en harto recurrente en posteriores aventuras de Hércules, Maciste y cía.
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