domingo, 29 de noviembre de 2009

Los siete magníficos gladiadores

I sette magnifici gladiatori [vd: Los siete gladiadores; tv: Los siete magníficos gladiadores]

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Título original: I sette magnifici gladiatori

Año: 1983 (Italia)

Director: Bruno Mattei, Claudio Fragasso

Productor: Alexander Hacohen

Guionista: Claudio Fragasso

Fotografía: Silvano Ippoliti

Música: Dov Seltzer

Intérpretes: Lou Ferrigno (Han), Sybil Danning (Julia), Brad Harris (Scipio), Dan Vadis (Nicerote), Carla Ferrigno (Pandora), Barbara Pesante (Anakora), Yehuda Efroni (Emperador), Mandy Rice-Davies (Lucilla), Robert Mura (Vendrix), Ivan Beshears (Goliat), Giovanni Cianfriglia [acreditado como Jody Wanger] (Festo), Sal Borgese [acreditado como Michael Franz] (Glafiro), Françoise Perrot [acreditada como Kristin Kline] (Cornelia), Antonella Giacomini [acreditada como Claudia Bridges] (Diana), Mary Rader (Lydia), Philip Bard (Dex), Gregg Logan (Dario), Peter Rugge (Meorio), Raul Cabrera [acreditado como Gary Levine] (Capitán), John Growne II (Judas), Laddy Price, George Wender, Henry Tyre, Domenico Cianfriglia, Carlos Alberto Valles…

Sinopsis: Un grupo de mujeres de Clusium, un pequeño poblado azotado por una horda de bandidos a las órdenes de Nicerote, parte hacia Roma en busca del elegido que pueda empuñar la legendaria espada de Aquiles y liberar así al pueblo de sus enemigos. Este será Han, un gladiador qué, al frente de un variopinto grupo de hombres y mujeres, se enfrentará a Nicerote y sus hombres.

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Pese a que fuera rechazado para encargarse de lo que finalmente acabaría siendo El desafío de Hércules (Hercules / Ercole, 1983) de Luigi Cozzi, a causa de un guión que, según parece, tenía más que ver con alguna de las sexplotations que había realizado poco tiempo antes junto a Anthony Pass – seudónimo de Antonio Passalia -, que a la idea que tenía la Cannon para el proyecto, Bruno Mattei (1) acabaría por dirigir aquel mismo año para la productora estadounidense una cinta que vendría a ser la hermana pobre de la película de Cozzi. Tal sería así que heredaría de ésta a alguno de sus intérpretes principales, como Lou Ferrigno, Sybil Danning y Brad Harris, antigua estrella del viejo péplum, pero no la única presente en el reparto, gracias a la participación de Dan Vadis en lo que sería su último papel para la gran pantalla antes de que en 1987, y sin aún haber cumplido los cincuenta años de edad, muriera víctima de una sobredosis de drogas.

Tal y como su título no se molesta en ocultar, I sette magnifici gladiatori [vd: Los siete gladiadores; tv: Los siete magníficos gladiadores, 1983] no es sino el enésimo remedo del western Los siete magníficos (The Magnificent Seven, 1960) de John Sturges, remake a su vez del clásico nipón Los siete samuráis (Shichinin no samurai, 1954) de Akira Kurosawa, el cual ya había sido adaptado a coordenadas peplumitas durante la edad dorada del género en títulos como la estimable 7 espartanos / I sette gladiatori (1962) de nuestro Pedro Lazaga, Los invencibles / Gli invincibili sette (1964) de Alberto De Martino, o la trilogía de “Los diez gladiadores”; precisamente, se da la curiosa circunstancia de que en esta franquicia el protagonismo había corrido por parte del referido Dan Vadis, siendo, además, Bruno Mattei el encargado del montaje de su última entrega, Espartaco y los diez gladiadores / Gli invincibili dieci gladiatori (1964) de Nick Nostro, por lo que no es muy aventurado sospechar que tanto la elección del citado esqueleto narrativo como la contratación de Vadis para el film formaran parte de un chiste privado del director de Robowar (2).

Dentro de este contexto, no faltan pues los clichés propios de las películas ambientadas en el mundo antiguo, como el histriónico emperador loco que implantara como canon Peter Ustinov con su Nerón en Quo Vadis ? (Quo Vadis ?, 1951) de Mervyn LeRoy, o las carreras de cuádrigas a lo Ben-Hur (Ben-Hur, 1959) de William Wyler – salvando las distancias, obviamente -, siendo quizás lo más novedoso del conjunto la palpable influencia en él ejercida por un subgénero por entonces tan de moda como el denominado “de espada y brujería” (3), bien sea a través de elementos argumentales como el protagonismo de esa espada con poderes tipo Excalibur – o en su defecto, tipo Greyskull de Masters del Universo -, o por el destartalado diseño de vestuario del grupo de bandidos, en especial el de su jefe, un cruce imposible entre el atuendo de Darth Vader y el del personaje de Sean Connery en Zardoz.

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Por lo demás, la cinta responde con precisión al desaliñado estilo cosechado por su director a lo largo de su filmografía, repleto de anacronismos temporales, incongruencias argumentales varias, una planificación que brilla por su ausencia, una dirección de actores inexistente, y una puesta en escena indigente con momentos que, de ridículos, llegan a producir un humor involuntario – con mención especial para los lamentables pelucones que lucen algunos de los esbirros del villano -. No obstante, y en comparación con otros bodrios perpetrados por Mattei, con el ánimo adecuado y las expectativas (muy) bajas, su visionado al menos puede llegar a producir hora y media de inocuo entretenimiento sin tener que recurrir constantemente a burlarnos de sus numerosos defectos, lo que, viniendo de quien viene, tal vez sea decir mucho.

José Luis Salvador Estébenez

(1) Algunas fuentes señalan como co-director a Claudio Fragasso, guionista de la película y, por aquella época, asiduo colaborador de Mattei.

(2) Siguiendo con las curiosidades, Sybil Danning había participado con anterioridad en otra “adaptación” de Los siete magníficos, esta vez a ambientes intergalácticos, con la simpática space opera Los siete magníficos del espacio (Battle Beyond the Stars, 1980) de Jimmy T. Murakami.

(3) El cual a su vez, dentro de su vertiente italiana, las llamadas spaghetti-conans, mostraba una clara influencia del péplum. La Sword & Sorcery, o fantasía heroica, que ese es otro apelativo de este sub-género de la fantasía, deriva de los clásicos pulp escritos en los años 20-30 por autores como Robert E. Howard, creador precisamente de Conan.

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